¿Apagar el aire acondicionado del coche ahorra gasolina?
El hecho de apagar el aire acondicionado del coche para ahorrar gasolina puede llevarnos a otras acciones que suponen un mayor consumo.
Ya hemos entrado de lleno en la época del calor y, este año, sin haber comenzado del todo el verano, estamos sufriendo temperaturas dignas del día más caluroso del año. De ahí que sobre estas fechas, más de una vez nos preguntemos al conducir ¿Ahorro gasolina al apagar el aire acondicionado del coche?
Esta es una pregunta que todos nos hemos hecho seguro y, que realmente, la mayoría no sabe responder a ciencia cierta el si sale a cuento encender el aire acondicionado del coche a la hora de recorrer varios kilómetros.
Siempre se ha escuchado que encender el aire acondicionado aumenta el consumo de nuestro vehículo y es cierto. Lo que no sabemos en la mayoría de los casos es cual es ese consumo estimado y si realmente, al apagar el aire acondicionado del coche, forzamos otras acciones que finalmente pueden llevarnos a un mayor gasto de combustible.
Al encender el aire acondicionado del coche se fuerza al motor a consumir aproximadamente unos 0,5 litros más de combustible cada 100 kilómetros. Pero lo que muchos no saben, es que este consumo extra que se produce al encender el aire acondicionado del vehículo solo es apreciable cuando conducimos a baja velocidad. Concretamente, al circular a una velocidad superior a los 50 km/h con las ventanas abiertas el consumo de carburante será mayor que si lo hacemos con el aire acondicionado encendido.
El motivo, es que el aire natural que entra por las ventanas del vehículo a una velocidad superior a los 50 km/h produce una resistencia en el vehículo que supone un mayor gasto que si circulamos con el aire acondicionado puesto.
Otra opción que se habrán planteado los más ahorradores es la de viajar con las ventanillas subidas y el aire apagado, aunque hay que resaltar que esta es la peor de las opciones en los días de calor, ya que las altas temperaturas en el interior del vehículo pueden provocar fatiga en el conductor, reduciendo los reflejos y atención a la carretera del mismo. Un alto riesgo que no compensa para el poco ahorro de combustible que supone esta acción digna de los más valientes.